XIX ENCUENTROS TE VEO 2017 | PRESENTACIÓN | PROGRAMA | BLOG | GALERÍA FOTOGRAFICA | VÍDEOREPORTAJE
Hoy hemos hecho un viaje al mundo de la intuición, a ese que nos permite relacionarnos con nuestro entorno cuando aún no hemos desarrollado nuestra capacidad verbal y apenas estamos estrenando nuestras emociones, al universo cognitivo de la pequeña infancia. Hemos hablado con Julia Ruiz sobre Sin palabras (se las llevó el aire…), el espectáculo que trae su compañía La Sal Teatro a los Encuentros Te Veo. Hacer teatro para bebés no es fácil, conseguir hablar su lenguaje y obtener, además, un premio FETEN al Mejor Espectáculo para la Primera Infancia es más difícil aún. Julia nos ha dado algunas claves sobre cómo conseguirlo.

Julia Ruiz
– ¿Por qué os llamáis La Sal?
– Inicialmente fue una cuestión de sonoridad más que de significado. Se propusieron varios nombres y este nos gustó porque era capicúa. Posteriormente nos fuimos identificando con el significado del nombre, que está lleno de simbolismo.
– Vuestra compañía está a punto de cumplir la mayoría de edad, ¿cómo han sido estos años?
– Se nos han pasado volando. Comenzamos con muchas ideas creativas, pero pocos conocimientos de gestión, lo que nos ha supuesto muchas barreras, pero estamos muy orgullosos de habernos mantenido pese a los momentos malos.
– ¿Cómo ha sido vuestra evolución durante estos diecisiete años?
– El gran traje marca un punto de inflexión porque es un momento muy álgido por el éxito de ese espectáculo y quizás nos ha marcado. A partir de él, creo que hemos mantenido una constancia en nuestra forma de hacer las cosas. También Sin palabras, porque es el primer espectáculo que he hecho yo sola con la compañía. Estamos contentos con nuestro ritmo, quizás menos frenético que el del mercado actual.
– Háblame del proceso creativo, ¿Cómo surge la idea de Sin palabras?
– Llevaba mucho tiempo pensando en hacer un espectáculo para bebés e hicimos un proceso con escuelas infantiles municipales que nos ayudaron a reflexionar sobre el lenguaje no verbal. Yo quería dirigirme a un público de 0 a 4 años como máximo. Descubrimos que estos niños que aún no han desarrollado el lenguaje verbal son unos auténticos especialistas en lenguaje no verbal. Elegí una chica que dominara la voz, Inma González y otra que dominara el cuerpo, Eva Castillo. Estuvimos cuatro meses encerradas. Además, la chica del cuerpo tenía conocimientos sobre la lengua de signos. Pensamos en varios términos y decidimos partir de la idea del aire.

Inma González y Alba Castillo
– ¿Cómo se encierra el aire en una escenografía?
– Ese fue el primer dilema a resolver. En otros espectáculos se parte de un espacio inmóvil y yo quería que ese espacio cambiara, que sugiriera espacios muy diferentes. Con esa idea, nuestra escenógrafa, Isa Soto, consiguió hacer tres espacios exprimiendo los recursos que teníamos. Los tres espacios iban abriéndose a partir de ese descubrimiento del aire.
– ¿Cómo se prepara la dramaturgia de un espectáculo sin texto? ¿Hay un comienzo, nudo y desenlace o una sucesión pretendida de acontecimientos evocadores?
– Es una mezcla. Obviamente, se necesita un mínimo de dramaturgia y partimos de los tres espacios trabajando con las dos actrices, a partir del aire. Queríamos seguir el proceso del niño, el descubrimiento, la investigación y el dominio del elemento nuevo, contrastado con las personas que trabajan con bebés, y asociar ese proceso con los tres espacios que teníamos. Posteriormente, durante el trabajo surgieron improvisaciones que se materializaron en esa dramaturgia básica.
– Sin palabras es un espectáculo sobre el nacimiento: a la vida, al canto, al conocimiento, a la relación con el entorno. ¿Vamos a presenciar la aparición de la conciencia en un entorno en el que todo parece ser mágico?
– Es todo eso, pero contado a través del elemento del aire (habíamos descartado otros elementos básicos como la tierra, el agua o las construcciones). Partimos del aire porque es lo que mueve a la bailarina y facilita el primer sonido a la cantante. No es la idea del nacimiento, sino el descubrimiento de ese nuevo elemento. Los trabajadores de las escuelas me dejaron documentación sobre el desarrollo evolutivo del bebé y las primeras funciones se realizaron allí para recibir feedback.
– ¿Cómo fueron esas primeras funciones?
– Ya habíamos actuado para bebés, pero las actrices no. Recibimos un feedback muy interesante de los profesionales. Había una parte en la que la cantante tenía un tono más melancólico y algún bebé hizo pucheros e incluso lloró. Después las maestras nos dijeron que ese llanto era un contagio de sensaciones y emociones, después de aquella escena se habían calmado y habían pasado a la siguiente emoción. Habían percibido perfectamente el mensaje del espectáculo. Los bebés son un público diferente y muy directo, espontáneo. Tienen una capacidad de atención increíble. Trabajar para bebés es volver al estado más puro del teatro, sin engaños, directo. Ellos distinguen perfectamente cuando lo que haces es sincero y cuando no. La energía que va y viene del público al artista es directa y pura.
– Sin palabras es un espectáculo que incita a la ternura, ¿es difícil verlo sin abrazar al de al lado?
– Es un espectáculo amable. Es lineal, los adultos mezclamos muchos estímulos y cuando se trabaja para bebés hay que trabajar a otra velocidad. Se marca un ritmo distinto. Muchos bebés van al teatro por primera vez y muchos se acercan, te dan un abrazo y se van. Conseguir ese clima de confianza es para nosotros nuestro mejor premio. Muchos padres se sorprenden de lo bien que se portan los niños en el teatro. Hay diferentes emociones, pero se crea un clima de amabilidad y confianza.

Descubriendo el entorno
– ¿Qué significó recibir el premio FETEN para la Primera Infancia en 2016?
– Significó mucho para nosotros. Yo siempre he estado en la parte de dirección y lo viví de una forma diferente porque era mi primer espectáculo sola. Estrenar en FETÉN era una locura que yo me había prometido a mí misma no volver a cometer, pero surgió de esta forma, nos arriesgamos y no nos lo esperábamos porque ese año hubo producciones potentes.
– ¿Cómo surge la música, qué le contáis a Sam para que la escriba?
– Antes de empezar a ensayar hice una comida, reuní a todo el equipo y les dije que empezábamos en una semana. Tenía todos mis apuntes y se los pasé a ellos desde el principio. Creo que es importante trabajar con la creatividad de todo el equipo. Sam ya tenía el tema del aire y a partir de ahí hizo distintas propuestas que se materializaron en el resultado final, haciendo pruebas durante los ensayos con sus bocetos. Todo el equipo trabajó durante el proceso. Sam venía a los ensayos, apuntaba cosas que le inspiraban, era un trabajo de mutuo feedback. Lo mismo ocurrió con la escenografía.
– El vestuario blanco y el diseño de iluminación inciden en la idea de pureza, da la sensación de que está todo por estrenar.
– La iluminación fue complicada. Juan Carlos Tamajón es un especialista en temas audiovisuales, y lo primero que le dije es que no quería ordenadores, que quería lo mínimo imprescindible. Hicimos muchas pruebas y fue un proceso de investigación paralelo. Hemos ido a muchos lugares a actuar que no eran teatros (escuelas, guarderías, pueblos…) y estamos contentos con el resultado porque nos liberó de lo prescindible. Nos quedamos con lo fundamental y se hizo un trabajo muy bonito. El vestuario inicial era azul, pero nos fuimos hacia el blanco por la simplicidad del diseño de iluminación, las protagonistas se integran más en el espacio.
– La historia se desarrolla a través del juego y va de sorpresa en sorpresa. ¿Queríais destacar el aspecto lúdico?
– Hemos partido de la selección de un elemento que es como trabajan con los bebés en las escuelas infantiles, hasta agotarlo. Es lo que hemos querido reflejar en este espectáculo, en nuestro caso partiendo del aire. No hemos investigado como lo haría un niño, pero hemos pretendido reflejar ese aspecto lúdico de la investigación en la relación con el entorno.
– Con espectáculos como este, parece que antes de que el bebé haya adquirido el habla, sus sentidos se abren a las artes escénicas, ¿se combinan la alfabetización teatral con la estimulación temprana?
– Efectivamente, este tipo de espectáculos deberían provocar el interés por las artes escénicas en las familias en general. Muchas veces la alfabetización no es sólo de los niños, sino de los adultos que los acompañan. Que un niño de esa edad sienta placer en el teatro ya es una maravilla, que se familiaricen con el lenguaje teatral, que los padres quieran volver, un sueño. Los estímulos que reciben los bebés en el teatro son distintos a los que reciben en la vida real, que cada vez está más llena de pantallas.
– Quizás hacemos a nuestros hijos dependientes de la palabra, ¿se dan distintas reacciones entre los bebés que no hablan y los más grandes frente al espectáculo?
– Creo que sí. Este espectáculo está hecho para niños pequeños y los mayores lo perciben y reaccionan a él de distinta forma, porque los niños mayores tienen otras capacidades, necesitan intervenir y tienen la palabra como forma de comunicación fundamental.

Antes de abrir los ojos
– ¿Recuerdas alguna anécdota con el público?
– Muchos bebés nos imitan. Hubo un bebé que se durmió después de atender intensamente durante veinte minutos, fue increíble ver la atención que nos prestó y cómo cayó rendido por esa tensión. Hay padres que han salido emocionados no sólo por el espectáculo, sino por el ambiente que se crea, de comunión con el público.
– ¿Qué significa para vosotros venir a los Encuentros Te Veo?
– Nos encanta ir a compartir el espectáculo con los compañeros de la asociación. Además, ver el trabajo de los demás y vernos, hablar. Los comentarios y la valoración de los compañeros son los más valiosos para nosotros porque trabajamos en el mismo ámbito y no siempre tenemos la oportunidad de compartir comentarios a nivel artístico.