EL PAPEL DE MI VIDA

 

El papel de mi vida. Hace ya casi catorce años que me dieron el papel de mi vida. No fue en una prueba, no fue un director famoso ni una compañía de renombre. Fue una enfermera con pinta de pocos amigos, se acercó a mí y me dijo: diez minutos en cada pecho, y así fue como conocí a mi hija Nerea, que nada más nacer pasó a la incubadora sin haber estado ni un minuto en mis brazos.

Desde que soy madre, mi vida se convirtió en un teatro: esponjas que cobraban vida en forma de tiburones, princesas que no querían serlo, dedos que contaban historias a la vez que daban un masaje vespertino… ¿Qué sentido tiene traer a alguien a este mundo, si no puedes hacerlo un poco más bonito para sus ojos? Desde que soy madre, cada día ha sido una oportunidad creativa, un cuento que se cerraba cada noche sobre la almohada. No quiero decir con esto que todo haya sido color de rosa, porque en los cuentos tampoco es así, sino que mis hijos y yo hemos dramatizado y desdramatizado con frecuencia nuestras experiencias de aprendizaje.

Ser madre consiste en tener el privilegio de acompañar en los primeros pasos de su vida a otras personas que acaban convirtiéndose en las más importantes de la tuya, tus hijos. En este acompañamiento, cada uno intenta llevar a sus hijos por sus sendas favoritas, inculcarles sus valores más elevados, darles lo mejor, por eso yo a mis hijos les he dado teatro.

He llevado a mis bebés al teatro por el mismo motivo por el que les he puesto a Johann Sebastian Bach o a Camarón de la Isla cuando estaban en mi barriga, porque su cerebro en plena ebullición neuronal me lo agradecería.

He llevado a mis hijos de primaria al teatro porque veía con tristeza que la monocromática vida académica estaba aletargando su natural creatividad, y el teatro les ofrecía vivir mil vidas a todo color.

Llevo a mi hija adolescente al teatro porque en él nos reencontramos con la adolescente que yo fui, y podemos hablar de tú a tú, comprendernos mejor y respetarnos más.

Soy optimista, creo que podemos hacer de este mundo un lugar mejor, y por eso he tenido hijos. También creo que aquello que nos hace mejores es nuestra faceta creativa, independientemente de a qué labor dediquemos esa creatividad, porque tan creativo puede ser el ingeniero como el panadero de la esquina, pero la creatividad se alimenta de arte, y el arte normalmente no llama a tu puerta, hay que salir a buscarla. Por eso yo a mis hijos les he dado teatro, danza, música, poesía…

Otra cosa que puede ayudarnos a sobrevivir como especie (si no acabamos antes con el planeta) es aprender a convivir, a trabajar todos juntos por un bien común, a respetarnos en nuestras diferencias, a ponernos en la piel del otro, incluso cuando esa piel es de un color o pensar muy diferentes al nuestro. El teatro es el bien común que resulta de un trabajo en equipo donde es frecuente ver por los ojos de otro.Por eso yo a mis hijos les he dado teatro.

No puedo negar que a veces tengo miedo como madre. Me gustaría que mis hijos tuvieran un lugar seguro en el que esconderse de los peligros del mundo, casi que pudieran volver al útero, un sitio libre de prejuicios, un refugio en el que cada uno pudiera elegir su propia máscara, ser lo que realmente quisieran ser o huir de lo que no quieren ser y la vida les impone. Por eso yo a mis hijos les he dado teatro.

Llevo casi catorce años interpretando el papel de mi vida, el único que, estoy casi segura, me hará pasar a la posteridad. He tenido momentos buenos y malos. Pocas veces me han aplaudido, pero muchas me han besado entre cajas. El teatro siempre ha estado muy presente en nuestras vidas, no sólo como espectadores, sino como intérpretes de nuestras distintas realidades. El teatro ha sido para nosotros una herramienta facilitadora en la resolución de problemas que te exige la vida cotidiana. Quiero agradecer desde aquí a todos los profesionales de las artes escénicas que durante estos años han compartido con nosotros su creatividad, ésa que yo con frecuencia he transformado en estrategias educativas. Gracias a todos por ser una luz en el camino. Gracias al teatro por ser el sol de nuestro firmamento artístico.

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