Cuenta la leyenda popular de una encina que quiso ser mujer. Tranquila. Serena. Enraizada. Veía pasar la vida, estación tras estación. Pero la encina quiso volar. Y fue así como se desdobló para cantar, tocar y bailar desde la raíz buscando el cielo. El paso por diferentes momentos del día y por las estaciones del año coinciden con los cambios de intención, las cadencias musicales, que nos van guiando en un viaje con los palos más amables del flamenco como la guiajira, alegrías, tangos o la nana, mientras el Árbol nos enseña también sus emociones con su floración, su deshoje…
Baile: Anabel Veloso
Cante: Naike Ponce
Guitarra: Gabriel Pérez
Flauta, Saxo y Armónica: Diego Villegas
Idea, dirección artística y coreografía: Anabel Veloso
Diseño sonoro: Trinidad Jiménez
Letras: Popular
Diseño de iluminación: Antonio Valiente
Diseño de vestuario: Paco Cañizares y Veloso
Diseño escénico: Anabel Veloso
Sastrería: Anuschka Braun